domingo, 8 de abril de 2018

Bienvenido a casa

Era la primera vez que estaría ahí y a mis roomies quería sorprender, 30 minutos antes había comprado un pastel que ahora en la mano izquierda sostenía mientras que la derecha el timbre del departamento presionaba; fueron tres los intentos pero nadie salió, quizá llegue temprano a casa me dije a mi mismo, así que introduje la llave en la cerradura y la puerta del 11 abrí.
Buenas tardes, hay alguien en casa. Con voz fuerte y firme hablé, pero sólo el sonido de un chorro de agua al eco sonoro de mi voz respondió.
Dejé el pastel sobre la mesa de cristal que a la entrada estaba y de manera sigilosa al lugar de donde aquel sonido de agua se escuchaba me dirigí, al estar frente a la puerta caí en la cuenta de que era el baño, que no había nadie en casa y que habían dejado por accidente (quizá) la perilla del lavabo o la bañera abierta.
Giré la perilla y abrí la puerta...
Nadie había dejado caer el agua accidentalmente; ahí en la bañera, el cuerpo inerte de Termra (La holandesa) yacía mirando al techo, con las muñecas abiertas y el pecho sumido en un gran cúmulo de agua sangriento...
Quisiera decir que esto fue lo único que pasó, pero esto no fue así; tan sólo fue el principio, de una trágica larga lista de casos que detrás de «la puerta del 11» sucedieron.